sábado, 12 de septiembre de 2009

situación social


EL semáforo en rojo, que no da espera

Tener que esperar en un semáforo en rojo se volvió una tortura mucho mayor, porque a parte de que tienes que esperar, también tienes que aguantar como un ola de venteros ambulantes y limpia vidrios viene hacia al carro a ofrecer sus productos y servicios.


Un no y decir gracias, no es suficiente para que dejen el vidrio tal cual como está, así sea sucio. La presencia de estas personas en los semáforos es el resultado no sólo del desempleo, sino también de la falencia tan grande que hay en la educación de nuestra ciudad.


Ver niños de tan sólo 6 o 7 años bajo el calor del medio día ofreciendo dulces o con un trapo rojo limpiando parabrisas, en lugar de estar en el colegio, es una escena difícil. Claro está para cualquiera que no sea de éste país, donde escenas como ésta hacen parte del paisaje diario, que por lo visto no cambiará, porque si no se les presta atención ni a estos menores, que se puede esperar de los adultos, que han aprendido, no en aulas, sino en la calle, de la forma difícil , donde los vicios ya los tienen curtidos y sólo ellos mismos se pueden salvarse.




Medellin aspecto social




Inseguridad: Por lucha de poder en Medellín




La sseguridad para todo ser humano es un algo fundamental para vivir tranquilo y desarrollar su proyecto de vida como mejor le paresca, pero en nuestra ciudad , ni en nuestro país nunca se ha vivído en un ambiente total de seguridad. Estar pendientes de que no nos asalten, engañen , secuestren y hasta maten es algo con lo que tenemos que convivir diariamente.




Éste último año para Medellín su situacion de violencia se alzado a su máximo nivel, casi estamos viviendo una época parecida a la del Capo Pablo Escobar. Aproximadamente 6 muertes diarias se están registrando en las comunas como la nororiental y la comuna 13, principales lugares de enfrentamiento entre bandas criminales que se disputan el poder.




Y el poder ¿de qué?, el poder de ganar los aproximadamente 11 mil millones de dolares que deja la exportación de estuperfacientes, las plazas de vicios y otros negocios ilegales. Una suma para nada despreciable y de la que se hacen participes, los que están al servicio de la mafia y que hacen lo que sea para obtener así sea migajas de está ganancia.

Tradiciones de ciudad


Versalles: Parte de la historia de Medellín


Para finales de los años 50 y principios de los años 60, el Salón Versalles era propiedad de un grupo de españoles que decidieron crear en el, un lugar muy elegante, con muchos protocolos y donde fueran a tomar el té las personas de la clase alta de la ciudad, un lugar inspirado en lo que para la época era un salón de té como el Astor. Aunque éste no contó con la misma acogida que ya tenía el mencionado lugar, así que sus dueños vendieron.
Para aquel momento llegaba a la ciudad el argentino Leonardo Nieto Jarbón, quien vino de vacaciones, pero se enamoró de Medellín y decidió radicarse aquí y tener su propio negocio. Don Leonardo compró el Salón Versalles y en el comenzó a imprimir su sello personal y el de los argentinos.
Inspirado en el Café Tortoni de argentina, se comenzó a hacer cambios en Versalles, rompiendo protocolos que se usaban. Cambios como la venta de gaseosas y tinto después de la 6 de la tarde y con la acogida de intelectuales, principalmente por nadaístas, deportistas, y visitantes argentinos llego el éxito al lugar.
Versalles se convirtió en un lugar diferente, en donde en su mayoría hombres intelectuales iban a hablar sobre sus ideas, pero al mismo tiempo algunas señoritas que iban en contra las reglas moralistas de la época buscaban más que tomar el té y llegaban atraídas por platos, como la empanada argentina y la pizza, productos nuevos para Medellín.

El centro de la ciudad: un lugar de recuerdos


LOS CLIENTES QUE NUNCA SE FUERON


Al entrar al lugar lo primero que impacta es tantas cabezas blancas sentadas en un mismo sitio y es que uno se imagina sólo éste cuadro tal vez en un asilo, pero nunca en un restaurante en el centro de la ciudad. Uno se pregunta ¿cómo llegaron aquí?, ¿quién los va a llevar a su casa?, ¿cómo van a pasar la calle?, ¿puede que los roben o se aprovechen de ellos?
La verdad es que todas estas preguntas tienen respuesta cuando uno se sienta a observar un rato y se da cuentas que el 60 por ciento de las personas que se encuentran comiendo en el lugar, aunque sobrepasen los 65 años, se encuentran llenas de energía y vitalidad.
Esto es un paisaje común en la mayoría de cafeterías de la calle Junín, lugares como el Astor, Versalles y El Colmado nunca fueron olvidados por aquella generación. La costumbre de ir a tomar el té o un tinto en aquellos lugares sigue vigente, los que algún día fueron jóvenes y recorrían esta calle con tanto entusiasmo de pasar por allí, ahora con los años no olvidan que éste fue el lugar donde vivieron su juventud, una juventud que no quieren olvidar.

Un poco de nuestra ciudad: Medellín


El Junín de antes y el de ahora


Para el año 1960 la calle Junín ubicada en todo el centro de la ciudad, era el eje social de Medellín, el lugar de encuentro de las personas de clase alta, lugares cómo el Club Unión, en donde se realizaban grandes eventos y al cual pertenecían políticos y reconocidos personajes de la ciudad, el Astor, en donde las señoras especialmente tomaban el té, cafeterías como El Colmado, Pastelerías como Versalles hicieron de Junín un epicentro social.
“Juniniar” como se le llamaba hacer el recorrido por esta calle, en donde las jovencitas de la época pasaban una y otra vez para llamar la atención y donde la mayoría de caballeros mientras leían el periódico y tomaban un tinto también observaban quienes pasaban por su lado. “Juniniar” no se ha olvidado para muchas personas de la ciudad aunque ahora sea tan diferente.
Los locales comerciales que abundan en la Junín de hoy han hecho que se convierta en un lugar de paso, muy transitado y con un público muy diferente. La clase alta escapo al bullicio que se vive en Junín, pero ahora es la combinación de muchísimas clases sociales y sobretodo de muchos adultos mayores, pensionados y jubilados que no olvidaron nunca lo que es “Juniniar” y que aún visitan sus lugares tradicionales para compartir un tinto y recordar lo que algún día fue Junín.

Salón Versalles padre y sustento de la Casa Gardeliana en Medellín




“La Casa Gardeliana es la novia más cara que he tenido en mi vida”, menciona el argentino Leonardo Nieto, cuando se le pregunta por ella. Y es que lo que comenzó en 1973 en la ciudad de Medellín, Colombia con un grupo de amigos, intelectuales en su mayoría, como el espacio para compartir su pasión por el tango, las discusiones de la época y por supuesto tomar algunos tragos, terminó siendo un referente cultural para la ciudad, que por cosas de la vida Leonardo Nieto asumió sólo, pero con todo el gusto y la pasión de hacerlo.
De la vida de Leonardo Nieto se puede decir que dependen dos lugares tradicionales de la Medellín de los 60’s y 70´s, lugares que tienen parte de sus raíces Argentinas y que no quiere dejar que mueran, porque aunque está lejos de su natal país, siempre sintió una empatía particular entre argentinos y la ciudad de Medellín, especialmente por su gente.
Es imposible hablar de un lugar sin mencionar al otro, porque el nacimiento de la Casa Gardeliana está ligado al Salón Versalles, 10 años después de que Don Leonardo Nieto se pusiera al frente de éste negocio, en su segundo piso, rodeado por personajes como Manuel Mejía Vallejo, entre otros intelectuales y amantes del tango surge la idea de materializar esta pasión, algo que se logró en una casa ubicado un Barrio al oriente de la ciudad. En un principio gracias al apoyo de todos, pero el entusiasmo duro poco para algunos así que fue finalmente Don Leonardo quien no dejó morir ese sueño y se puso al frente de ésta Casa.
Esta casa fue el sitio de encuentro para muchos jóvenes de esa generación, que vibraban con noches cargadas de tango, mientras recordaban en canciones a Carlos Gardel, bebían y disfrutaban de shows en vivo. Fue un verdadero pedazo de Argentina a miles de kilómetros de ésta, un lugar rodeado de objetos que hacen alusión, al tango y sobre todo a Gardel.
Con el paso del tiempo factores como la violencia, que afectan la ciudad, complicaron el funcionamiento del lugar, además los gastos que implica el lugar hicieron que Don Leonardo Nieto se viera obligado en muchas ocasiones a parar el funcionamiento de la casa.
Sin embargo Don Leonardo quiere que esa pasión por el tango que logró que se viviera en Medellín no se acabe, es por eso que la Casa Gardelina hace poco cambió su razón social a fundación, en este proceso se está comenzando a recibir ayudas, pero se necesita un compromiso constante, para que además de ser un museo a Gardel, se vuelva a respirar ese verdadero aire de tango. Entre las ideas que tiene Don Leonardo está hacer un traslado del lugar al aeropuerto Olaya Herrera, sitio conocido porque fue allí mismo donde Carlos Gardel tuvo su accidente aéreo. Aunque aún espera mayor apoyo como fundación para poder lograr todo lo planeado. “Quisiera tener el apoyo de la empresa privada, pero también de un verdadero argentino que se comprometa y siga regando en la ciudad el tango”, menciona Don Leonardo.
El compromiso de Don Leonardo es aun mayor con el Salón Versalles, él aún con sus 83 años todos los días en la mañana va a ver cómo va todo, y aún prueba las empanas argentinas para asegurarse que su receta no varié. Es de éste negocio, principalmente de la venta de empanadas argentinas, producto estrella del restaurante y también de los otros platos que se sustentan los 36 trabajadores del lugar, Don Leonardo y La Casa Gardeliana, pues de allí sale el dinero que se le invierte al lugar.
“Mientras en Versalles se vendan empanadas, la Casa Gardeliana no se acabará”, menciona Leonardo Nieto. Ahora la única preocupación de Don Leonardo es qué pasará con ambos lugares cuando el falte, su anhelo es que Versalles siga siendo el mismo de hace 49 años por mucho más tiempo y que la Casa Gardeliana se mantenga como ese referente cultural que es hoy en día para la ciudad.